Funerales en el río

Tenía la cara mojada de agua de lluvia. Y todos los niños le miraban porque aquello estaba prohibido en la tribu. Estaba rigurosamente prohibido lavarse la cara con agua de lluvia y enterrar bajo tierra a los muertos. Por eso los funerales se realizaban en el río. Primero iban llegando todos los familiares cercanos y lejanos, después los amigos y también los enemigos. Todos traían algo vivo: gallinas, monos y pequeños cochinos, ofrendas que debían ser entregadas primero para abrir el apetito de los cocodrilos. Posteriormente se arrastraba el cadáver del difunto hasta muy cerca de la orilla, envuelto con grandes hojas de gasai y caraná y atado con delgadas cuerdas de bafú.Nadie me quiso explicar el porqué de aquella tradición consistente en sustituir el nicho, la pira o el horno crematorio por los afilados dientes y los jugos gástricos de los cocodrilos. Pero tampoco me extrañó demasiado, ya que en algunas zonas del Tíbet hacen el trabajo los buitres.

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