Marcado

La Transpirenaica en patinete me ha marcado. Ha sido una experiencia profunda, en soledad casi absoluta, con un ritmo trepidante como a mí me gusta (se han rozado los 90 km diarios, 1.010 totales divididos entre 11 días y 12 horas, desde las ocho de la mañana del día 26 de mayo, a las ocho de la tarde del día 6 de junio)... una experiencia irrepetible que establece un antes y un después, y que orientará definitivamente mis aventuras posteriores.

Desde el punto de vista deportivo he logrado avanzar diariamente (con un patinete cargado) tanto o más que una bici de BTT sin equipo alguno, que es como se suele recomendar que se haga la Transpirenaica, debido al estado de muchas pistas y senderos.

Desde el punto de vista humano he logrado mucho más. Me he reencontrado de nuevo. He vuelto a sentir igual que cuando salí por primera vez al monte o di el primer beso. Los mismos olores, la misma sensación del viento en la cara... HE SIDO FELIZ, como suele decir mi amigo David, una persona que no se ruboriza en absoluto cuando lo pregona en público.

Gracias, Vicente, por desvivirte y actualizar el blog. Mi próxima entrada estará dedicada exclusivamente a los agradecimientos, que serán muchos. Después también publicaré fotos.

La foto superior es de Oriol, una persona de la que hablaré los próximos días y con la que compartí una cena muy agradable en Girona la noche antes de partir. Me la hizo en Llançà cuando estaba dando los últimos toques al patinete.

La primera foto es un regalo o premio que me tenía preparado la Naturaleza cuando llegué a la playa de Hondarribia.