Paciencia


En mis dos anteriores entradas me he referido a la fortaleza adquirida en la Transpirenaica (poder sobre el cuerpo) y a la capacidad metabólica para admitir y administrar grandes ingestas de calorías tomadas de una sola vez.

Pero ha habido otras muchas cuestiones que me han llevado a la plenitud, entre ellas, el manejo de la paciencia.

Recuerdo muy bien que al llegar al puerto de Ansó (1.075 m) hacía un calor sofocante de tormenta. Media hora antes había disfrutado de lo lindo con unas cervezas, perdón, quería decir cerezas. Medio kilo de cerezas... muy frescas tras ponerlas en remojo bajo el chorro casi helado de una fuente, escondida en la sombra, bajo una tupida vegetación.

Los últimos kilómetros de asfalto fueron realmente pesados. Pero al superar el puerto, la pista de tierra de la derecha que me tocaba tomar, en vez de bajar, seguía subiendo por la línea de cumbres innecesariamente, continuaba ascendiendo igual que la temperatura. Y comenzó a gotear la frente, y cuanto más sudaba, más larga y pronunciada se hacía la pendiente. Pero no me inmuté ni lo más mínimo. Todo lo contrario. Con mucha calma, desde mi interior, desafié al enemigo y le dije: "Tarde o temprano tendrás que bajar... A mí, como si te operas... Ya te cansarás... ¿Otra rampa? ¡Como si me pones 20! Me da igual... Yo seguiré y tú, tarde o temprano, te rendirás... sólo es cuestión de esperar a que pase el tiempo".

Y así fue. La cuesta se cansó de subir y no le quedó más remedio que ponerse a llanear. Y al empezar a bajar, el camino me premió con varias fuentes donde sacié toda la sed. Y volví nuevamente a ser feliz mientras tarareaba mentalmente no recuerdo bien qué estribillo.

Por cierto. No me he llevado radio ni MP3 a la Transpirenaica... y no los he echado de menos. ¿Será que la conversación interior, el rumor de las hojas, el sonido del viento, el canto de los pájaros, el silencio de la noche... ya me reconfortan más que cualquier música emocionante que pone los pelos de punta? ¿Será que no me quise distraer ni un segundo para no perderme absolutamente nada? ¿Fue real todo aquello? ¿ O fue tan sólo un sueño? Sea como fuere, ya ha pasado; da igual, pues, que haya sido cosa palpable o sesión nocturna de un audiovisual.
Foto: Campo de cerezos en Gestalgar, Valencia.

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