Rodajas de salchichón(1)


El grueso de las rodajas de salchichón sí que importa, por lo menos para mí. Dice mucho de la persona que me ha hecho el bocadillo y de la empresa que ella regenta.
Desde Gijón a Huelva, he entrado en un montón de tabernas, bares y locales diversos. Como siempre iba escaso de tiempo, me he tenido que apañar con raciones frías (recalentadas en el micro) y, en general, con ricos y excelentes bocadillos de jamón, queso, chorizo y salchichón.
Las características de un bocadillo dicen mucho de la persona o personas que lo han elaborado. La crisis afecta a todos por un igual, pero, en general, la gente ha sido bastante generosa a la hora de graduar el grueso de corte de la afilada cuchilla. Supongo que habrán influido mucho las pintas que traía y el gran apetito que siempre leían en mi cara.
En Casar de Cáceres, muy cerca ya de esta ciudad, he comido el mejor bocadillo de jamón de mi vida. El contexto también ayudaba y era que ni pintado: llevaba varias horas corriendo en la oscuridad, acababa de amanecer, tenía hambre, sed... y muchas ganas de calor humano dentro de un local cerrado con calefacción.
El pan estaba tostado y bien untado con tomate y aceite de la zona... el jamón, abundante, jugoso y tierno. Y como potenciadores de todo ese sabor, una buena cerveza y charla amena con un cliente del bar, que previamente se había comido también la mitad de uno igual al mio.

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