Gijón-Puerto de Pajares. Dos caras diferentes.


Quizás una de las etapas más bonitas... porque siempre se está fuerte al principio, de coco y de piernas, y la ilusión es grande; además, ayudó mucho el paisaje.
Llegué a Gijón procedente de Lugo a eso de las 00.30 horas del día 10 de enero. En la estación , un operario limpiaba a fondo el interior de un autobús de la empresa Alsa, en la que suelo viajar por España para ahorrarme unas perras... o incluso por el extranjero (Madrid-Marrakech).
La verdad es que no estaba muy orientado al llegar al centro de la ciudad y no quería encender el GPS, así que decidí preguntarle al operario dónde quedaba la avenida que me llevaría al hotel. Como dudaba, salió disparado hacia las oficinas con la intención de informarse mejor y yo fui tras él.
Por el mundo te encuentras gente de todo tipo. Últimamente, lo más habitual, es toparte con personas muy quemadas, con mal carácter y con muy pocas ganas de interrumpir un segundo su rutina; se nota nada más mirarles a la cara que algo falla... la salud, la economía, sus relaciones... Pero, a veces, también te llevas una grata sorpresa, como un operario que a las 1 de la madrugada tira la fregona y sale disparado en busca de información... sin cobrar nada por ello, con cara de felicidad y propósito sincero de dar servicio a los demás.
Al entrar en el hotel me tocó lidiar con la otra cara de la moneda, un recepcionista mal encarado, seco y avinagrado. Quise darle a entender que yo no era el responsable de sus desgracias y que en su puesto de cara al público debía, como mínimo, disimular algo. Sin embargo, opté por callarme y no decir nada que prolongara los trámites.
La habitación, aunque sencilla, estaba impecable, así que me estiré sobre la cama, encendí el televisor y abrí la fiambrera: macarrones, chorizo casero y salsa de tomate, mucha salsa, pues no me agrada demasiado la pasta.
Aquella noche hizo mucho frío en Gijón.
No estaba nervioso. Descansé bien... sin sospechar que el día siguiente avanzaría 93 km.

Foto de Suso. Pronto se llevarán también las señales.



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