5 montañas a pelo. Náufrago voluntario en tierra (7)
La oscuridad total me envolvió a unos 3 Km de Porto, un pueblo de la montaña orensana que se asoma al Embalse de San Sebastián, el primero en el que se estancan las aguas del Bibei.
Al leer el topónimo, se me vino el mundo encima. Los mojones de madera que me desviaron a la izquierda en la falda de Peña Trevinca, no llevaban a A Veiga, por el curso del Xares, sino a Porto, por el tranquilo valle del Bibei. Tendría, pues, que recuperar unos 15 Km, tomando una carretera estrecha, siempre tirando hacia el norte, sin cantimplora, sin saco y sin frontal.
Caminar a oscuras sobre el asfalto es relativamente fácil. Solamente hay que estar atento al ruido de los motores y la iluminación de los faros. Y, como medida de precaución, meterse en la cuneta, hasta que pasen los escasos vehículos que a esas horas te puedes encontrar en una carretera local. Eso sí, como te pille la poli te cae el pelo, pues no vale contarles que has perdido la frontal el primer día, que no traes dinero y que no puedes pedir un chaleco en el transcurso de la aventura, ya que he decidido ser náufrago voluntario en tierra, como lo hizo Alain Bombard en el mar, aunque él arriesgando muchísimo más durante bastante más tiempo. Yo me limito a jugar sin apostar dinero, con unas simples fichas o papeles recortados a los que le doy el valor que yo quiera.
Y, finalmente, la policía apareció en la cuneta izquierda, agazapada, con todas las luces del vehículo apagadas y con unos extraños pilotos rojos. ¿La policía o unos cazadores furtivos? ¿O asesinos que se estaban desembarazando del cadáver en el monte?
De verdad que pasé miedo. De verdad que nunca hubiera sido capaz de sospechar lo que realmente estaba ocurriendo en lo alto de aquel descampado, a media noche, bajo un firmamento estrellado como pocas veces había visto antes.
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Sacanos de dudas.
Un abrazo