Transpi Tino. Solo con mi padre (5)
La despedida fue difícil... y demasiado rápida, ya que no podíamos hacer esperar mucho al coche que había parado una vez que le dimos el alto.
Alberto me entregó la olla, el hornillo, el GPS y las pilas recargables, un peso comunitario que compensaba el de mi placa solar y el toldo para la lluvia.
Y me quedé solo con mi padre, cuando faltaba poco ya para que se dieran las 9.30 de la mañana, hora que marcaba el final de la primera etapa, de unos 70 km.
Puesto en marcha, lloré de emoción al escuchar la voz de Constantino animándome a seguir adelante, en la Transpirenaica que llevaba su nombre y en la vida.
Alberto tuvo suerte. Tras varios enlaces realizados por los pelos, llegó a casa en menos de veinte horas: Roncesvalles, Pamplona, Madrid, Pontevedra...
Comentarios
Un saludo. Entradas cortas pero muy intensas. Me encanta esa capacidad de saber expresar mucho con poco texto.
¡Mucha salud y aventura!