3.050 Km. Curando heridas de guerra.

Esta tarde he estado con el fisio José Ramón Meilán, mi preparador físico y mi cómplice de aventuras, a quien le he dicho, en muchas ocasiones, que si no fuera por él, nada haría desde hace ya años.

JR es una persona muy liada; hace un montón de cosas en su vida y, además, las quiere hacer todas bien. Por eso ha sido para mi un gran honor que esta tarde me haya regalado el eficiente trabajo de sus brazos, sus manos y sus dedos y parte de su escaso tiempo.

Desde que he acabado la prueba, las molestias en el pie derecho han ido cada día a más, quizás porque esa pierna ha trabajado a tope para evitar una lesión del rotuliano izquierdo, un tendón que está resentido desde que realicé la Roncesvalles-Santiago en un par de días.

Como podéis comprobar en la foto, mi mano parece la de una persona de 80 años, y todo por no tener la precaución de usar crema y guantes para el frío desde el primer día.

Desde que ha finalizado "3.050", como ya me ha ocurrido en otras actividades, he seguido pedaleando todas las noche pensando que la prueba aún no ha terminado. Al despertar se acaba la pesadilla, pero la noche siguiente... Se trata del "Síndrome de la cosa pendiente" que muchas personas sufrimos cuando algo ya realizado se presenta en sueños como inacabado: asignaturas de la escuela o la facultad, últimos meses de la mili, fichajes en la empresa...